Mi Nalena y la historia que me crispó

JOSE ANGEL ALVAREZ CRUZ

Nalena Jares

Nalena Jares

Ojalá se hubiera quedado, a eso me resumí una vez que salió del periódico con intenciones de no volver. La vida y algunas posiciones draconianas empujaron su partida, ella no sabe cuanto lamento aún su decisión.

A veces me remuerde la conciencia y pienso que tal vez hasta yo tuve algo de culpa, mi maldita manera de no decir las cosas a tiempo, de no reconocerlas públicamente y el mito trágico de creer que es fatal explicarle a alguien cuan buena es haciendo algo y lo importante que resulta en un sitio que se acostumbró a tenerla.

Tal vez debí confesarle que ella rasgaba la piel de la gente cuando escribía, te tomaba porque sí, te atrapaba de golpe y no podías más que rendirte ante sus plumazos cotidianamente geniales.

SÍ, hay algo de responsabilidad mía en todo esto, aunque ella nunca me lo dijera, aún cuando siempre esa sonrisa eternamente suya acompañe cada una de mis visitas, cómo la extraño.

Hoy leí en facebook algo que al parecer redactó desde su cama en el hospital cuando casi agonizaba por complicaciones en su parto. Los dejo con esta especie de:

“Crónica desde la gravedad”

Con 22 semanas de gestación mi bebé era solo un feto. Ante una emergencia más que un parto había que realizarme un aborto. Y fue con esa edad gestacional que tuve el primer sangramiento por el cual me trasladan en horas de la madrugada para el Hospital General Juan Bruno Zayas.
El médico de guardia confirma por ultrasonografía el diagnóstico pensado por clínica: tenía placenta previa oclusiva total.
Soy trasladada para el Servició de Perinatología donde pusieron empeño para que no desmayaran mis ánimos ni perdiera la esperanza de la maternidad. Seis días después me pasan a la sala 5K. Allí estuve hasta las 29 semanas en que otro discreto sangramiento mortificó tanto a los especialistas como a mí y hay que retornarme nuevamente para la sala de cuidados.
Luego de siete días me regresan a 5K, la sala que se había convertido en mi hogar, el sitio en el que hice muchas amistades y escuché tantas historias como gestantes vi pasar por allí.
Con algo más de 36 semanas un repentino sangramiento interrumpió la tranquilidad del mediodía. Todos se pusieron en función de prepararme para trasladarme al salón y ejecutar la cesárea de extrema urgencia.
Cuando mi esposo y el camillero llegaron a la puerta de parto ya los especialistas me esperaban. Solo viviendo la experiencia podría hablarse de la agilidad con la que me atendieron; no había tiempo para demoras: yo era una extrema. Aún así, y sabiendo la magnitud del peligro, reía, sabía que ellos harían todo lo posible por salvarnos al bebé y a mí.
Quedé dormida por la anestesia general. Al recuperarme tenía venas canalizadas de donde guindaban pomos de sueros, transfusiones de sangre y plasma. En la operación había perdido el 48% de la volemia. Yo estaba reportada de grave, pero tenía la sana certeza de que ni mi hijo ni yo íbamos a morir. El personal especializado del Banco de Sangre, el del Servicio de Anestesia y el del Bloque Ginecobstétrico estaba allí, al pendiente.
Decidieron trasladarme para Terapia Intensiva donde me tuvieron dos días y sitio del que no tengo quejas porque tanto médicos como enfermeros procuraron mantener mi buen estado y en todo momento estuvieron vigilantes y alertas.

Me llevan una vez más a Perinatología por dos días más. El primero puedo ver a mi hijo por los cristales de Neonatología, ya fuera de peligro; al segundo me permitieron entrar a amamantarlo, experiencia única e irrepetible.
Luego de mi recuperación me trasladan a la sal 5K hasta concluir mi estancia en el hospital.
Mi deuda de gratitud con el «Juan Bruno» es eterna, fueron 105 días de estancia ininterrumpida. No existe forma de reconocer a esos hombres y mujeres de la bata blanca que aislaron sus problemas del hogar para brindarme apoyo y garantizar mi salud y la de mi hijo.
Mencionar nombres sería injusto o la lista se haría muy extensa. Por lo menos les llegue el agradecimiento eterno, sobre todo al personal de Anestesia, al de Terapia y a todos, absolutamente a todos los del bloque obstétrico. También gracias a esos seres, que ni siquiera sé quiénes, pero extendieron sus brazos para donar el plasma y la sangre con las que me transfundieron.
Gracias a mi familia y a todos los que me ayudaron y apoyaron para que hoy disfrute de la más grande de las bendiciones de la vida: mi bebé.

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6 respuestas a Mi Nalena y la historia que me crispó

  1. lakoladita dijo:

    Reblogueó esto en la koladitay comentado:
    PUES NO FALTE TAMBIÉN MI AGRADECIMIENTO, POR MI HERMANITA MENOR Y MI SOBRI, Y POR MI COLEGA QUE EN ESTE POST HABLA POR MUCHOS Y DEMUESTRA POR QUÉ ES UN GRAN AMIGO. BESOSSSS

  2. leandro dijo:

    Esto es de lo más hermosos que he leido últimamente

  3. miscausasyazares dijo:

    Hermoso, gracias por compartirlo

  4. maria dijo:

    decirle MI nalena suena bastante posesivo, seguro tienes tus razones, tal vez las mismas que no te dejaron decirle lo que pensabas, aunque al aprecer no fueron las causas de su partida por lo menos no las fundamentales. Linda información desde el inicio hasta la Crónicas desde la gravedad

  5. lolo dijo:

    Hay que historia más linda desde los sentimientos de culpa de Jose, hasta la exclente descripción de nalena. Se nota que la quieres jose, tal vez todavía puedas decirle cara a cara eso que pusiste hoy aquí

  6. ¡VIVAN LOS MÉDICOS Y LA MEDICINA CUBANA!
    EL CASO DE NALENA JARES RIVERO

    Cada día me siento más orgulloso de Cuba y su Revolución. Es que son tantos los ejemplos que uno palpa a diario, estando allá o estando aquí (en República Dominicana, mi país) que es como para pregonar a los cuatro vientos ¡viva Cuba, viva la revolución, viva el socialismo!
    Ayer recibí un correo que me conmovió hasta las lágrimas y que me hizo renovar mis sentimientos de admiración profunda por esa patria gigante, heroica, digna, decorosa, valiente, solidaria.
    Todavía, leyéndolo, lágrimas de emoción corren por mis mejillas.
    En este correo la colega, amiga, hermana de Santiago de Cuba, Nalena Jares Rivero, relata lo que vivió con su embarazo y todo lo que hizo la medicina cubana por salvarla a ella y a su bebé.
    Después de leerlo y releerlo, no me cansaba de repetir: Gracias a ti, Nalena, que tuviste el privilegio de nacer en una tierra como esa, donde la medicina y la salud están servicio del pueblo, donde no se conocen los centros privados de salud, como aqui y otros países, donde primero te «revisan los bolsillos» para ver si lleva plata para poder atenderte.
    Nalena es periodista pero, al igual que la mayoría de cubanos, es una muchacha humilde que, a pesar de sus años de ejercicio, no acumula fortuna.
    (En Cuba es difícil que es un profesional, en cualquiera área que se desenvuelva, pueda volverse rico porque, aparte del riguroso ejercicio en favor del pueblo que le impide acumular plata, allá ni Lotería hay).
    Si, yo se que como el caso de Nalena hay miles. Ejemplos se que hay por montones.
    Pero hay muchos de estos ejemplos, como el sucedido con ella, que no llegan a conocimiento del publico.
    Ella tuvo la iniciativa de hacer un correo y enviarlo a sus amigos.
    Por eso tuve la oportunidad de conocer todo lo que hicieron los médicos y la medicina cubana en su caso.
    Y -entre otras muchas cosas- recordé aquellas parturientas sin abolengo ni apellidos sonoros que mueren en los pasillos de los hospitales públicos por no tener recursos para atenderse en un centro privado, donde más prima el capital ($$$$$) que el ser humano.
    Recordé a las hijas e hijos de los desheredados de la fortuna cuyas vidas languidecen en medio de las carencias de estos centros hospitalarios, donde generalmente, escasean hasta las buenas voluntades y la solidaridad.
    Recordé que muchas parturientas «pasan a mejor vida» porque los médicos no les prestaron suficiente atención porque era pobre o porque venia de un campito «del interior»…
    Hay una distancia «del cielo a la tierra» entre estos casos que expongo y lo sucedido con Nalena en Cuba, que es un país bloqueado, perseguido, hostigado…y sin embargo,miren lo que son capaces de hacer los médicos y la medicina cubana por una humilde muchacha de pueblo.

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