De cuando visité el Norte

María Julia Alonso

¿Para qué engañarlos diciéndoles que no estaba nerviosa cuando compré el boleto Habana-Cayman-Miami? Sí, sentí que las manos se me enfriaban, que el corazón se agitaba más rápido de lo normal. Iría a conocer al gran monstruo al que todos quieren arribar.
Llegó el día.

Hubo peripecias durante el viaje. En el trasbordo en Cayman un señor se llevó mi equipaje confundido y me dejó el de él. ¡Qué mal rato, pues soy “zurda” al inglés y allí no había ni un solo hispanohablante! Tuve que acudir al lenguaje de señas. Finalmente me lo regresaron sin males mayores.

Y abordé nuevamente al avión que me llevaría a mi destino final. Iba con la ilusión de ver la noche de día, pues todos me decían que estaba tan iluminado el aeropuerto que no me daría cuenta de que ya el sol había entregado el turno a la luna hacía mucho tiempo.
Sí, es verdad que eran muchas las luces, pero igual vi la noche.

Me dieron la bienvenida; cálida llegada. Familiares y amigos me regalaron un histórico recibimiento, no por bombos y platillos, sino por el feliz reencuentro con esos a los que hacía mucho no veía.

Solo estuve en la Florida, pero visité algunos lugares. Compartí con amigos de la infancia, de la adolescencia y con otros que igualmente ocupan un espacio en mi corazón.

Miami me pareció un lugar inmenso, lleno de sitios impresionantes, de casas lujosas, de calles atiborradas de autos modernos, de anchas avenidas… Vi tiendas de todo tipo, mercados repletos de productos nunca antes vistos.

Es un país primermundista con un desarrollo innegable, con una tecnología de primera, muy limpio, no se siente el polvo, pero aún así y a pesar de todo, me pareció también que con una gran soledad y un inmenso vacío.

La gente se pasa todo el mes pensando en las deudas, en los gastos y rezando por no quedar sin empleo. La gente recuerda a su Cuba y aunque muchos llegaron a ese país arriesgando su vida, algunos quisieran volver.

Están los que extrañan hasta las colas en las paradas y anhelan compartir aunque sea el pollo o el picadillo que llega a la bodega, pero en familia, que desgraciadamente allí se ve un poco separada por la misma vorágine diaria.

Hay quienes acuden a la Ermita de la Caridad a pedirle a nuestra Virgencita… y se sienten en El Cobre; y se saben cubanos. Porque es que Cuba se lleva en la sangre, porque es que los cubanos somos únicos, no importa dónde estemos.

De cuando visité el Norte me traje muchos lindos recuerdos, un puñado de imágenes, un manojo de historias y una única verdad: TE AMO CUBA.

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2 respuestas a De cuando visité el Norte

  1. Oscar dijo:

    Me encanto tu relato vivi algo parecido a lo que tu viviste igual me sucedio a mi , estuve 1 año en Argentina a las puertas de la Patagonia provincia Mendoza , en Malargue y 1 mes en Mexico en Chiapas,Tuxtla Gutierrez y por lo menos para mi ,como en Cuba no me he podido sentir mejor que en otro lugar en esta tierra a pesar que hay de todo en esos paises y realmente los cubanos somos unicos y somos parte de esta bella tierra en que vimos la luz por vez primera ,aunque muchos quieran ocultar ese sentimiento de añoranza que nos invade cuando salimos dos dias fuera de nuestras fronteras acuaticas , yo por lo menos no puedo resistirme a esa gran añoranza de que fui preso en esas dos ocasiones por la lejania con los mios y mi tierra ,realmente soy de aqui y aqui estare ,y tantas veces viaje si vuelvo a hacerlo de nuevo tendre que regresar, pues las raizes , el terruño en si son innegables en nuestros sentimientos , propios de nuestra naturaleza.

  2. lazaro alvarez lopez dijo:

    Bien escrito ameno exento de ese varnis politico que algunos les ponemos a las cosas se nota un inmenso amor por cuba. Es muy valiente al reconocer las bondades de miami sin ocultar el deseo de volver y regresar, demuestra que aparte de la politica se puede admirar a miami y no ceder en principios ni en deseos me parecio magistral un soplo de aire fresco entre tanto estira y empuje en horabuena amiga sea usted bienvenida de verdad me hizo creer en el pueblo de las dos orillas, me hizo pensar que ya es tiempo de abrazarnos sin el veneno de la politica sin hacer otra consecion que no sea la qie dicte el amor wuebpodemos vivir sin odios mesquinos cada uno en su tierra a su modo sin dejar de ser respetables gracias por esa leccion de cubania. Creame fue magistal vivan nuestros pueblos y quien sabe va y un dia trhreso usted ha demostrado wue se puede sin dejar de ser cubanos gracias

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